Y te das cuenta de que son 30. Treinta los minutos que necesitas para ser tu misma, aunque es cierto que siempre te quedan reservas, digamos que te muestras en un noventa por ciento. Te das cuenta también de que aquellas frases, preguntas, anécdotas y proposiciones que esperbas decir y hacer, se quedan en eso, en una tercera parte. Te paras y piensas. Los últimos meses los has pasado fantaseando y crees que es hora de dejarlo, de bajar de esa nube, de llevar a cabo ese plan y si no se puede todo, para ti siempre es mejor esto que nada. De pronto, sucede lo mismo, un revortijo de sensaciones y el estómago dando vuelcos... otros treinta minutos más, esta vez insuficientes. No consigues explicarlo, ni encontrar respuestas, pero realmente lo que sucede es que reniegas de ella. Te faltan agallas para plantarte delante y darle carpetazo a todas esas divagaciones, a todas esas fantasías... Mientras continúas con el plan...
ay...el miedo, que nos agolpa a todos...
ResponderEliminar(: