Como cada noche se enfundaba en su cama, en periodo estival una mísera sábana, las temperaturas no permitían más. También, como cada noche, él acudía. Desde auqel momento, noche tras noche le hacía compañía su recuerdo. Sentía el peso de su pecho sobre su espalda, el tacto de su brazo sobre su cintura, y sus dedos entrelazados entre los suyos. Añoraba aquel momento, la coordinación en los moviminetos, la placidez y la tranquilidad que simplemente sintió. Incluso aquellos a los que se suponía había amado, no le habían dado todo lo que él le dió. Lo quería ver, sentir a su lado, abrazarlo con sus piernas, acariciarlo. En esos momentos siempre aparecían los ysi? que tanto odiaba. La timidez siempre fue su compañera de viaje, y anque era cierto que poco a poco le había ganado distancia (mucha a sus ojos!) aún habían aspectos, detalles y matices, que sólo se diluian en una buena copa, con mucho hielo. El tiempo pasaba pero una vez más no diluía las esperanzas, todo lo contrario le daba más fuerzas, más ganas...
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