viernes, 23 de octubre de 2009

Titititi

Madrugar le cuesta, nunca termina de acostumbrarse. Su despertador no lo hace como el resto, sabe que no sobreviría a más de una mañana, el no la despierta con un titititi][titititi, en su lugar suena un "confía en mi, nuca has soñado..." eso consigue hacer que piense en ... bueno, le arranca una leve sonrisa.
Se levanta adormitada, vaga por el pasillo y hace las correspondientes visitas, primero el baño, luego la cocina. Lo único que tiene en mente en esos momentos es una buena taza de café con muy poca leche. La comtempla. Sorbo a sorbo vuelve a ser persona.
Se introduce en los vaqueros, rebusca en el armario, tenis , apuntes y al coche. Anda ensimismada durante la conducción y continúa, sin percatarse del desvío. Hoy no habrá facultad, esos fríos bancos los cambia por la arena de la playa. Paraguas en mano (indispensable en esta época) pasó horas sentada en la arena, observando, oliendo, sintiendo y escuchando a ese mar ambravecido. Sú único gesto fue deslizar sus dedos entre la arena, fría, negra. El día ya había hecho sus propios planes...

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