U.C.I.

Paró. Simplemente dejó de respirar. Llevaba días vislumbrando ese destino, pero resistió hasta el último segundo. No llegó a romperse del todo, pero sí gran parte de él. Dejó de latir, tocaba recomponerlo. Los "expertos" dijeron que era necesario mucho reposo, y cuidados paliativos. Debía desprenderse de él por un tiempo. Cicratizaría de esa manera y poco a poco iría recuperando su forma.

Acudía religiosamente en los horarios de visita, incluso fue posible estar a su lado, día y noche las primeras jornadas, al fin y al cabo se trataba de sú corazón. Le causaba dolor verlo ahí, sin apenas actividad, aún dolorido por lo sucedido, con pocas ganas de continuar y peor aún, sin ilusión. Cierto es que en ocasiones lo había visto malherido, pero nunca tuvo que llegar a ese extremo. Desprenderse de él y dejarlo entre algodones al cuidado de otros. En los primeros meses apenas observó evolución. Ella se preguntaba a sí mismo si resistiría, los "expertos" conscientes de la situación asentían, sabian qué pasaba por sú mente.

Temió que no volviera a recuperarse, y era consciente de que quedarían cicatrices, temía que no volviera a ser el mismo, que algún trozo quedara sin sellar correctamente, alguna grieta o que no recuperara su forma, su actividad al 100%. No fue así. Los meses críticos pasaron y se recuperó con buen ritmo. Cada nueva visita veía su evolución poco a poco fue siendo el de siempre, al menos en apariencia, recuperó toda la ilusión y ella cree que incluso la duplicó. Por fin llegó el momento. Le dieron el alta, le recomendaron unas semanas de rehabilitación pues llevaba tiempo en cama, y fuera de su habitat.

De nuevo volvió al lugar que le correspondía, el lado izquierdo de su pecho. Ese era su sitio, su hogar, y ya se sabe que como en casa...

Ahora ambos sonríen plenamente y con más ganas que nunca. La recuperación había sido larga y angustiosa, pero sú corazón estaba listo y con muchas más ganas de sentir.